1 Juan 2 |
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Sermón sobre 1 Juan 2:1-11 ~ "Os escribo para que no pequéis" ~ por John Abels con todos los derechos reservados. La semana pasada estudiamos 1 Juan 1. Allí encontramos la autoridad por la cual Juan habló. También comenzamos un estudio desde el verso 5. "Este es el mensaje..." el cual concluye en capítulo 2:2 LEE 1:5 - 2:2 Juan y los otros discípulos fueron comisionados por Cristo para llevar este mensaje a todo el mundo. En los primeros dos versículos del capítulo 2, Juan sigue con el mensaje y hace referencia al asunto de las culpas, o las faltas, en las vidas de los creyentes, y que debe hacer uno cuando las tiene. No solamente nos dio Dios a su Hijo para morir en la cruz por nuestros pecados judicialmente _ sino que Juan habla de pecados que el creyente comete después de la salvación. ¿Qué debe hacer el creyente cuando peca? Hay que reconocer que a veces, sí pecamos, sí fracasamos, y debe hacernos llorar de tristeza. En primer lugar, el Cristiano no debe pecar. Verso 1 dice, LEE La palabra "hijitos" no se refiere a la estatura o edad de alguien, sino que habla de Sus hijos amados. Es una palabra de ternura. Literalmente significa "renacidos", los que hemos nacido en la familia de Dios. Juan 3:3 LEE Dice Dios, "Mis amados hijos, les estoy escribiendo para que no siguen pecando." Es el deseo y la voluntad de Dios que no sigamos pecando. Este verso me dice que el pecado en la vida de un creyente no es normal. Algunos enseñan que Dios creó al pecado y que lo proveyó deliberadamente. ¡Eso es un error! Dios nos redimió, no solo para llevarnos a la gloria, sino para que viviéramos para la honra y gloria de Dios. En 3:9 leemos, "aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado", en el sentido de que el hombre no vive cometiendo el mismo pecado día tras día. Cuando uno acepta al Señor, un cambio viene a su vida. Desde ese momento el creyente aborrece el pecado y su deleite es la santidad, porque es nacido de Dios. Ahora, por supuesto, que el hombre peca y se cae, pero no tiene justificación. Porque el problema no es la falta de poder de parte de Dios de liberarnos de la tentación, sino la falta nuestra de no mantener nuestros ojos en Cristo, de no considerarnos muertos al pecado, pero vivos para Dios. Romanos 6:11 El momento que nos descuidamos, o desatendemos la oración y la lectura de la Palabra de Dios, y estamos preocupados en nosotros mismos, pecamos. Y amigos y hermanos, el pecado no solo consiste en las cosas incorrectas que otros pueden ven, pero también en no hacer lo bueno. Santiago 4:17 V. 1 "Y si alguno comete pecado." La frase quiere decir de que si alguno ha cometido un pecado en cualquier tiempo, y no se refiere aquí a practicar continuamente el pecado, porque eso sería una falta definitivo. Sin embargo, "qué hacemos si pecamos?" Según capítulo 1, si pecamos rompimos nuestra comunión con Dios. Cuando Cristo murió por nuestros pecados, y cuando nosotros aceptamos ese sacrificio por nuestros pecados, fuimos salvos por la eternidad. La obra de la salvación se completó. Después Jesús ascendió a la gloria y ahora intercede por los santos. En Hebreos vemos a Jesús como nuestro sumo sacerdote quien nos representa delante de Dios. El va directamente al Padre como nuestro mediador. Necesitamos utilizar esta obra sacerdotal más en seguida, porque si fuera así, no perderíamos nuestra comunión con Dios tan seguido. ¿Porqué? Pues, según este texto el es nuestro abogado y sabe tratar con el pecado. Hebreos 7:25 LEE ¿Ves? Nuestros pecados han sido quitados por la sangre de Cristo, y tenemos un representante perfecto ante el trono del Padre. No perdemos la salvación. El no deja de ser nuestro Padre. La verdad más hermosa del versículo 2 es que tenemos un abogado _ un paracleto _ uno a nuestro lado. ¿Porqué necesitamos este abogado? Porque nuestro adversario, el diablo siempre nos acusa delante de Dios. Pueda ser que te acuerdas de un tiempo cuando pecaste _ ese día horrible que nunca se te va a olvidar. Satanás lo lleva al Padre; el te acusa y pregunta, "¿Es este uno de sus hijos?" Pero entonces, ¡Gloria a Dios!, Jesús se hace nuestro abogado. El dice, "Padre, yo pagué el precio, la pena, en la cruz." En nuestra propia justicia no podemos decir nada a Satanás, pero con la justicia de Cristo, suplicamos con poder. V. 2 "El es la propiciación por nuestros pecados." En el Antiguo Testamento un sacrificio de sangre fue hecho en expiación o propiciación _ una cubierta _ de pecado. El Señor Jesucristo vino a ser nuestra propiciación por el pecado. El es el cordero de Dios. El fue sacrificado en una cruz. Pero, se ha resucitado de entre los muertos; ahora está a la diestra de Dios como un abobado intercediendo por nosotros. El pagó la deuda del pecado para que fuéramos salvos y viviéramos en comunión con el. Antes de seguir con el versículo 3, recordamos lo dicho en versículo 1, el es nuestro abogado _ no cuando confesamos, no cuando lloramos _ sino CUANDO PECAMOS. El siempre está allí. Satanás no espera hasta que pecamos para acusarnos. El siempre está acusando a los creyentes, pero allí siempre está Cristo, nuestro abogado, para responder a sus acusaciones. Entonces, Jesús, por medio del Espíritu Santo, toma la Palabra de Dios y la aplica a nuestra conciencia. Es entonces cuando sentimos incómodos y confesamos nuestros pecados de acuerdo a 1 Juan 1:9. A veces no confesamos de inmediato nuestro pecado, y por eso tenemos que recordar escrituras como Salmo 139:23 "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón, Pruébame y conoce mis pensamientos." Entonce, luego, luego, El puede mostrarnos nuestros pecados _ que sean falta de amor para los hermanos, chismes, borracheras, rencores _ o lo que sea. La Biblia es la Palabra de Dios, es la verdad, el es fiel y justo y cuando confesamos nuestros pecados, el perdona y nos limpia. Por eso, al llegar al versículo 2, entendemos que el pecado no cambia nuestra posición en Dios, pero si perjudica nuestra comunión con Dios. Allí está nuestro Señor Jesucristo en la mera presencia de Dios rogando por nosotros, y como resultado de su defensa nos arrepentimos y confesamos, y gloriosamente nos restaura a comunión con él. Ahora llegamos a la última parte de nuestro estudio. Vv. 3 _11 Aquí, Juan nos muestra algunas pruebas de la vida cristiana. ¡Sepan ustedes que es una cosa decir que son cristianos, pero otra cosa poseer la vida divina! Si decimos que somos Cristianos, es necesario que la vida lo compruebe. Así que en estos textos encontramos algunas de esas pruebas. La verdad es que el estudio va más allá del v. 11 pero esperamos estudiar hasta allí ahora. V. 3 LEE Reconocemos, pero enfáticamente lo vuelvo a decir, que por guardar los mandamientos no le salva a nadie; PERO, la persona que profesa ser cristiano, sí cumplirá sus mandamientos. ¡Es obediente! La persona que dice que vive por Cristo, y sin embargo, no le importa la voluntad de Dios, tendrá dificultad en comprobar que es cristiano. El hijo de Dios se deleita en cumplir la voluntad de Dios. Su anhelo es andar en obediencia a la Palabra de Dios, y estas son evidencias que, en verdad, es hijo de Dios. En otras palabras, no solamente ha creído la Biblia para ser salvo sino que su vida, su modo de vivir, concuerda con su fe. Tiene el deseo de hacer la voluntad de Dios y no cumplir los deseos de la naturaleza vieja o la carne. V. 4 LEE En v. 5 tenemos las palabras "guardar su Palabra." Parece que las palabras "mandamientos" y "palabra" son sinónimas pero hay una diferencia pequeña aquí. Déjenme ilustrarlo en esta manera. En un hogar los padres deben mandar y los hijos obedecer. Algunos obedecen porque aman a sus padres y otros obedecen por necesidad o temor. Vamos a imaginar que un sábado estoy en mi casa estudiando. Todo está muy quieto. Suena el teléfono y es una emergencia. Tengo que salir, pero hay varias cosas que hacer en el patio porque llega visita en la noche. Así que, dejo un recado a mi hija. Cuando vuelva ella, la lee, y hace el trabajo por mi. Ella muestra su amor por cumplir mi mandato. Bueno, en otra ocasión, que es día de cumpleaños para mi hija, le digo a ella, "No tienes que trabajar ahora. Es un día muy especial para ti. Levántate a la hora que sea. Haz lo que te de la gana." Pero entonces, como a las 4 de la tarde veo que no voy a poder terminar el trabajo en el patio. Lo menciono a mi vecino mientras estoy trabajando y mi hija lo escucha. Ella ve que es cierto y decide ayudarme, aunque no tiene que hacerlo, y comienza a recoger las hojas caídas. Ella no tuvo que ayudarme. Lo hace en su tiempo libre, y en el día de su cumpleaños. Pero lo hace para demostrar su amor en una manera especial. En el primer caso ella obedeció mi mandato, pero en el segundo caso oyó mi palabra y sabía lo que debiera hacer. La Palabra de Dios en el v. 5 es la experiencia de la voluntad de Dios _ que sea un mandamiento directo o indirecto y los que somos salvos nos deleitamos en obedecer su Palabra. Recordando el ejemplo anterior, me da gusto como padre saber que mi hija no solamente me obedece cuando tiene que hacerlo, sino también cuando sabe que es la cosa apropiada de hacer. De igual manera nuestro gran Dios se regocija con sus hijos que obedecen sus mandamientos y sus palabras en todo tiempo. Los que estudiamos la Biblia encontramos muchos mandatos directos que debemos de obedecer, pero mientras más leemos encontraremos pasajes que tratan con los deseos de Dios, y los anhelos de su corazón. V. 5 LEE El guardar su palabra es una evidencia de que una persona es cristiano o no. V. 6 LEE Aunque no podamos ser igual a Dios, debemos ser imitadores de Cristo _ debemos seguir su ejemplo y glorificar a Dios como Juan le glorificó a su Padre. V. 7 LEE Sencillamente, Juan le dice a la iglesia que debemos de acordarnos de las palabras dichas por Jesús cuando andaba aquí en la tierra. Vuelvan al récord de la vida de Cristo. Escuchen lo que el enseñó, y anden en obediencia a sus enseñanzas. Porque había tantos falsos profetas _ maestros que no enseñaban la doctrina pura en aquellos días. Juan les instruye que deben volver a las enseñanzas de Cristo, y así nosotros hoy día. V. 8 LEE Para algunos este texto es una contradicción pero no es. La última parte del verso hace referencia al mandato "la luz verdadera ya alumbra." El mandamiento es la palabra del Señor Jesucristo. La palabra expresada en su vida, y ahora, si somos salvos, la vida de Cristo nos ha sido comunicada a nosotros. De igual manera, lo que el expresó en su vida, por ejemplo, amor y compasión, debe de ser expresado en la nuestra. Jesús no podría hacer menos que cumplir la voluntad de su Padre. Ahora, el está en la gloria y Juan urge a cada uno de nosotros de hacer lo mismo. La última parte del texto quiere decir que las tinieblas están pasando y la verdadera luz está brillando. Todavía, las tinieblas, en cuanto al pecado del mundo, no ha pasado totalmente, ni tampoco somos perfectos en el sentido que nuca pecamos, pero mientras nos acercamos a la luz del Señor, el nos muestra los pecados. Entendemos lo que es el pecado. Conocemos al Señor más íntimamente y confesamos nuestros pecados, pero algún día estaremos con el y seremos como el es _ sin pecado. Vv. 9,10 LEE Juan habla seriamente aquí de algo muy importante y de algo que es una tristeza en la iglesia. Según el texto si alguien aborrece a su hermano en la fe, no importa quien sea, todavía anda en las tinieblas. No dice que ha fracasado. No dice que es cristiano carnal. El dice, "está en tinieblas todavía." Parece que Juan dice que aquella persona que aborrece a otra, ha estado y continua en las tinieblas. Nunca ha visto la luz. Viene la pregunta, "¿Cómo puede el Espíritu Santo mostrar su amor en uno si de veras aborrece a su hermano?" Así que, si en tu corazón hay rencor contra un hermano, si de veras tu aborreces a un hermano, vale más que examinarte. ¿Conoces a Cristo como tu Salvador? ¡Que no seamos hipócritas! Si tienes duda, vale más confesar para tener comunión con Dios y compañerismo con tu hermano. V. 10 LEE La razón porque no hay fracaso es porque la vida divina de Cristo se manifiesta en la persona. La vida es, de veras, luz y amor, igual como Dios es luz y amor. V. 11 LEE Este verso muestra las tinieblas naturales en las cuales todos nacimos. Nacimos en pecado. Esta es la condición de todo hombre por naturaleza. El problema con la humanidad dice Juan 3:19, que "la luz vino al mundo pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz" y por resultado, la condenación está sobre todos los incrédulos. El hombre tiene que aceptar o rechazar la luz que ahora viene por medio de la Palabra de Dios. Tu también tienes que hacer una decisión porque en esta mañana tal vez has aprendido cosas nuevas de su Palabra. Si no conoces a Cristo como Salvador personal y sigues rechazándole, la Biblia dice en Juan 3:36 "la ira de Dios está sobre ti." Pero a la vez Juan dice en 8:12 "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino tendrá la luz de la vida." ¿Has confiado en el? ¿Es la luz de tu vida? ¿Es él el Señor de tu vida? |
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