Manual para Preparar Sermones |
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14. Preparar Sermones Cómo preparar un sermón por el Reverendo Gilberto Abels Uno de los privilegios más grandes para el ministro del evangelio es poder exponer la Palabra de Dios. La predicación es un arte que se perfecciona con la experiencia. Sin duda una de las preguntas más importantes que hace el nuevo ministro es "¿cómo preparo un sermón?" Se puede oír y leer los sermones de exitosos predicadores, como los del Reverendo John Abels que ofrecemos, para tener una idea mejor. Pero todavía puede que no sea obvio el proceso de cómo el predicador formula sus ideas en un sermón. Consideremos los pasos. Por donde empezar: Dios le habló al corazón para llamarle al ministerio. Pero, probablemente, usted ya tenía tiempo hablando con otra gente acerca de Dios y las grandes verdades de la Biblia. En esas discusiones, usted puede encontrar los temas para un buen sermón. Los requisitos básicos para un sermón efectivo, es que sea sobre un tema que viene de su corazón y sobre lo cual usted se siente a gusto hablar. Si tiene claro en su mente lo que quiere enseñar, le va a ser mucho más fácil predicar con convicción. 1. Identifique el texto y tema Lo primero es saber exactamente sobre que quiere predicar y tener una porción de escritura que lo explica. Si no tiene un tema definido, la gente tampoco va a recibir un mensaje claro. Además, el texto que utiliza debe ser una porción conocida. Si no lo es, usted corre el riesgo de estar interpretando mal los versículos escogidos. Hay dos errores que puede hacer el predicador neófito respeto al uso de la Palabra de Dios. Uno es querer predicar sobre una idea de interés limitado y luego tratar de forzar un versículo a apoyar su idea, usándola fuera de contexto. El peligro es que el orden de formular el sermón está al revés. Mejor sería permitir que la Biblia le hable primero, y dejar que la porción de escritura le de el tema del sermón. El segundo error es luchar demasiado a encontrar un tema interesante, y sobre todo de profundo sentir. Esto comúnmente lleva al predicador a escoger un texto casi totalmente desconocido, y tratar de establecer una enseñanza novedosa sobre ello. Esto invariablemente deja a la gente confundida y no convencida. Disculpe mi sinceridad; la Biblia es rica en enseñanza, pero no trate de descubrir algo nuevo o novedoso; eso solo demostrará su ignorancia. Después de dos mil años de predicación, ya se hubiera descubierto. Dedíquese a predicar primero los grandes capítulos de la Biblia y las grandes verdades de la Biblia, antes de dedicarse a temas secundarios. Para no fallar se puede tomar como ejemplos espirituales los héroes del Antiguo Testamento y eventos de la vida de Jesucristo. El secreto para un buen sermón es un buen texto, un buen tema, y una buena historia. Por ejemplo, la gente nunca se cansa de oír la historia de "David y Goliat" porque ve en ella reflexionado sus luchas cotidianas y espirituales. Con la experiencia usted va a poder predicar sobre más temas. La meta ahora es tener éxito en los primeros sermones para que no se desanime y reciba una invitación a predicar de nuevo. Sobre todo, para escoger el texto y tema de sus sermones, dependa de Dios. Dios le puede indicar en cualquier momento de que hablar. Cuando se le ocurra una buena idea, apúntelo en un cuaderno. En sus meditaciones diarias, al leer la Biblia, apunte los textos que pudieran servir para un sermón. Eso fue el método de Jorge Müller, que abrió orfanatos para miles de niños, cuando predicaba alrededor del mundo. 2. Descubra los puntos. Estudie los versículos de su texto escogido hasta encontrar el mensaje, el orden de presentación, y su lógica. Esos son los puntos para formular un bosquejo sencillo del orden en que usted puede presentar los argumentos de su sermón. Si usted está predicando un sermón temático, cada punto puede ser un versículo diferente, de diferentes libros de la Biblia, que apoya la enseñanza en sus diferentes aspectos. Otro método muy efectivo para escoger los puntos de una plática, es ponerse en el lugar de los oyentes y pensar que preguntas harían ellos sobre el texto o el tema. Cada pregunta y su respuesta es un punto, y pronto se desarrolla el sermón. 3. Escoja los puntos. Siguiendo las instrucciones de cómo descubrir los puntos de un texto o tema, pronto se dará cuenta de que tiene más información de lo que se necesita para el sermón. Ahora usted tendrá el lujo de escoger cuales puntos, preguntas o versículos mejor se relacionan el uno con el otro, cuales serán mejor para su público, y cuales descartar. Recuerde que veinte minutos es mucho para un principiante hablar. De todas maneras, aunque el tema le parezca a usted interesante, muchos en la congregación no aguantarán el tema por más de treinta minutos. Es mejor ser breve, confiando que tendrá otras oportunidades de predicar. 4. Poner en orden los puntos. A. El propósito del sermón debe de ser el ganar almas o motivar a las personas a hacer una decisión específica. Con ese fin se tiene que poner los puntos o argumentos de su sermón en un orden lógico. El primer punto tiene que ser una introducción al segundo punto, y así sucesivamente para convencer al oyente. Piense en el abogado presentando el caso de su cliente en un juicio ordenadamente para convencer a los juradores o jueces. B. Ponga sus puntos, argumentos e ilustraciones en orden desde el más sencillo hasta el más fuerte, siempre terminando su sermón con el punto que lleva a la gente a hacer la decisión indicada para Cristo. 5. Use ilustraciones. Cuando puede, respalde e ilustre a cada punto con una ilustración breve. Con una buena ilustración al principio del sermón se puede captar la atención del público. Reserve su mejor ilustración para el último y más importante punto. Volviendo a una ilustración de la abogacía, un licenciado famoso dijo, "el que tiene la mejor historia gana el caso." Gane el caso para Cristo usando buenos ejemplos con que la gente puede identificarse y que ilustran su enseñanza. 6. Planee la introducción y conclusión. Si usted tiene claro en su mente lo que quiere enseñar y el resultado que quiere lograr, será fácil preparar el sermón. El ejercicio mejor para aclarar su mente y enfocar sus propósitos es preparar primero la introducción y la conclusión. El cuerpo del sermón vendrá después por añadidura. La introducción tiene que presentar el tema. La conclusión tiene que repetir los conceptos de la introducción más dar un llamamiento a hacer una decisión. Todos los puntos del sermón tienen que apoyar la introducción y la conclusión; si no, quítelos del sermón. No van. El sermón tiene que tener un propósito y todo en ello apoyarlo. Es más que un discurso bonito o entretenido. Si no mueve a la gente, de nada sirve. Para asegurar su fin, planee antes de todo la introducción y la conclusión. La presentación: Durante la presentación debe tener a la vista su bosquejo o apuntes. No para leerlos, sino para recordarle lo que quiere decir y en que orden. Sea usted mismo. Hable de una forma natural. Predique en el estilo en que se siente mejor, sin tratar de imitar a otros. Predique detrás del púlpito. Si desea dejar el lugar del púlpito, no camine muy lejos de el y tenga cuidado de que la gente siempre le puede ver y oír. Si está dando una plática a un grupo informal, por ejemplo en un hogar, se puede parar o aun sentarse con la gente. Su plática será más breve que un sermón. Sea sincero. No se preocupe de los nervios. Con cada predicación será más fácil. Sobre todo siempre predique la Palabra de Dios, y no se mete en asuntos ajenos, ni en fábulas, ni en supersticiones, ni en suposiciones. Dios bendice la predicación de su palabra. Que siempre sea dicho de usted que "use bien la palabra de verdad." Que Dios le bendiga a usted y también su predicación para el crecimiento de los santos y la salvación de multitudes. El artículo citado arriba es una seleccion tomada del libro titulado "Anhelando Obispado" escrito por el Rvdo. Gilberto Abels. |
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