Guía para Funerales |
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10. Funerales Cómo conducir un funeral por el Reverendo Gilberto Abels Consejos sabios: Para muchos, predicar un funeral es la tarea más difícil en el ministerio, pero no tiene que ser así. En verdad es una oportunidad de ser una bendición profunda, especialmente para los que sufren el duelo. Es la oportunidad de dar el consuelo verdadero, de pronunciar la gran verdad de la resurrección en cuerpo, que distingue al cristianismo de las religiones paganas, y la esperanza de ver a nuestros seres queridos en el cielo. Es necesario tener unos sermones fúnebres guardados, porque nadie se muere en un momento oportuno, y después no hay tiempo para preparar. Con este fin, se publican libros de sermones fúnebres para diferentes situaciones. Vale la pena comprar uno, porque un funeral no es el momento de equivocarse o decir algo fuera de lugar. El autor, en lo personal, se acuerda con agrado, de muchos funerales predicados, porque pudo utilizar su don pastoral para consolar a la gente en un momento tan difícil, y aun dejar a los familiares satisfechos de que habían dado "un buen funeral" a su ser querido. Es su opinión que el funeral protestante supera al funeral católico en dar consolación y esperanza, y a consecuencia ha ganado miembros para su iglesia después del evento. Predicar un funeral es difícil, porque ante el público que está enfrentando su mortalidad al asistir, uno tiene que afirmar el valor de la vida (que vale la pena vivir y seguir luchando); pero a la vez afirmar que la vida tiene muchos males por lo cual no es tan malo morir (que vivir en la presencia de Dios es mejor que estar batallando aquí en la tierra). Otra consideración importante es recordar en el sermón a la persona en sus mejores momentos. Por ejemplo, en vez de enfatizar sus últimos años de enfermedad, enfocar en sus años de fuerza cuando emprendía cosas y su contribución a la sociedad. Siempre haga recordar a la familia la herencia moral y espiritual que dejó para ellos, suplicándoles guardar y transmitir estos tesoros de generación en generación, como recordatorio de la persona. Si la persona no era religiosa, no diga que era; ni es necesario tocar el tema fuera de declarar la esperanza cristiana de la resurrección. Me acuerdo del funeral que tuvo que predicar el evangelista Billy Graham para un político famoso que no había sido muy religioso. Dijo de él que "aunque no llevaba su religión en las mangas" (a la vista de todos), en su corazón creía." Yo creo que es correcto usar frases no muy comprometedoras para describir la fe de una persona, sobre todo si el predicador tuvo la oportunidad de hablar sobre las cosas de Dios con la persona en vida. Es de consuelo para los familiares que dudan de la salvación de su ser querido. Simplemente dejamos estas cuestiones en las manos de Dios. ¿Quien conoce el corazón de otro y su relación con Dios? En un sermón fúnebre, no diga especulaciones sobre la vida después de la muerte. No aburra a la gente citando a poetas y filósofos. No diga nada raro. Expresa su admiración por el difunto, declare que llevó una vida valiosa y que es recordado por gente que lo ama. Como ministro exprese el sincero pesar de las personas presentes y que sus oraciones están con los dolidos. Afirme que todos tienen la esperanza de volvernos a ver en la presencia de Dios. Cite unos versículos adecuados. Haga una oración sencilla. Diga todo con seriedad y calma, y no trate de animar a la gente a estar feliz. Tenga mucho cuidado de lo que usted diga en un funeral, sobretodo si usted nunca ha sufrido la muerte de un familiar, y no puede identificarse con los dolidos. Si usted nunca ha asistido a un funeral, ni trate de hacerlo solo; llame a un ministro con mucha experiencia y años para que lo asista. Consejos prácticos: 1. Tan pronto como el ministro recibe noticia de la muerte visita el hogar del difunto para ofrecer su ayuda y consuelo espiritual. 2. El ministro se informa, con mucho tacto, de los planes de la familia para el funeral, y los cumple en todo que sea posible. Solo con cuidado, y si la familia pida, puede ofrecer sugerencias. 3. Debe precisarse el lugar y hora del funeral, si se va a realizarse en la iglesia, el hogar, o en la capilla mortuoria. 4. Si el ministro disfruta de la confianza de la familia, evitará a toda costa que incurran en gastos excesivos, a razón de la emoción. 5. Prepare un mensaje de esperanza u salvación en Jesucristo par una audiencia heterogénea. 6. Llegada la hora de la ceremonia, el pastor usará ropa obscura. 7. De antemano, el ministro tendrá preparado el sermón y el programa. Espere a empezar hasta recibir la autorización de la familia. 8. El sermón debe ser corto, sencillo y fácil de comprender, con el objeto de consolar a los dolientes y hacer a la gente meditar en su futuro encuentro con Dios. Orden de los funerales: 1. Lectura de algunas selecciones de Escrituras 2. Oración 3. Canto de algún himno: congregación, o el coro, un dúo o un solo, o música grabada. 4. Breves palabras por el pastor nombrando a los que sobreviven al difunto; si lo desea, acerca de la vida del difunto. 5. Himnos 6. Sermón 7. Bendición En el cementerio: 1. Se puede leer unos versículos sobre la vida: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito" (Job 1:21) 2. Luego el ministro echará un puñado de tierra sobre el ataúd, mientras pronuncia: "Por cuanto le plugo a Dios todopoderoso en su sabia providencia, separar de este mundo el alma de este hombre (mujer, niño) por tanto nosotros encomendamos su cuerpo a la tierra, tierra a tierra: ceniza a ceniza, polvo a polvo, con la esperanza segura y cierta de la resurrección a la vida eterna de todos los que durmieron en Jesús." 3. Afirme la resurrección: "No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación." (Juan 5:28,29) 4. Oración 5. Bendición: "Que la gracia, la misericordia y la paz de nuestro Señor Jesucristo sean con vosotros ahora y para siempre. Amén." El artículo citado arriba es una seleccion tomada del libro titulado "Anhelando Obispado" escrito por el Rvdo. Gilberto Abels. |
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