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   Sermones Expositivos - Rut, Efesios, Santiago, 1 Juan
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"Si alguno anhela obispado, buena obra desea." 1 Timoteo 3:1

 
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¿Cuándo puede considerarse fracasado un predicador? por Delberto Rogers

Muchos predicadores creen que sus enseñanzas no están tocando a las personas y por eso se sienten fracasados. Otros, por su parte, creen que el tener una iglesia llena es el resultado de sus sermones «exitosos». Sin embargo la Biblia debe proveernos del criterio para discernir lo que es el fracaso y lo que es éxito.

¡Fracaso!, qué palabra tan horrible y devastadora es esta para todo predicador que ama al Señor y vive para servirle. Es una palabra llena de impotencia y reproche. Fallar a nuestro Señor y fracasar en nuestro llamamiento es una experiencia desgarradora. Creo que a menudo la mayor parte de los predicadores sienten como si no llegaran a la altura de lo que Dios tiene para ellos. Quizá esto sea normal, y aun saludable, ya que esto los mantiene orando humillados ante el Señor suplicándole que su gracia y poder se manifiesten en sus vidas.

No es sano el criterio por el cual a menudo se evalúa el fracaso. Creo que muchos predicadores son juzgados injustamente por sus compañeros, por su congregación y por ellos mismos, de haber tenido un ministerio infructuoso. De tal modo que yo pregunto: «¿Cuándo puede considerarse fracasado un predicador?» Es importante que nos hagamos esta pregunta, pues afecta el sentir de los predicadores acerca de sí mismos y sus ministerios. Solamente la Biblia debe proveernos del criterio para discernir lo que es el fracaso y lo que es el éxito.

Cuando no es un fracasado

Un predicador no necesariamente es un fracasado si vive las siguientes experiencias:

Cuando algunas personas abandonan su iglesia. «Desde entonces muchos discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él» (Jn 6.66).

Cuando son pocas las personas salvadas. «Del mundo de los impíos Dios guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas...» (2 Re 2.5).

Cuando los problemas y las presiones parecen insoportables. «Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida» (2 Co 1.8).

Cuando la compensación económica es mínima y aun las cosas más ordinarias parecen estar lejos de su alcance. «No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación» (Fil 4.11).

Cuando sí es un fracasado

Un pastor ha fracasado si ocurren los siguientes eventos, a pesar de que mucha gente vaya a escucharlo:

Cuando compromete su predicación para halagar a los oyentes. «Predica la palabra, insta a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, y reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias» (2 Ti 4.2–3).

Cuando su predicación es débil y vacilante. «Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?» (1 Co 14.8).

Cuando su predicación está carente de amor y compasión. «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe» (1 Co 13.1).

Cuando su corazón no siente una carga por las almas. «Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne» (Ro 9.3).

Cuando su predicación no dirige a la gente hacia Cristo. «¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?» (Ro 10.14).

Cuando su predicación está más dirigida a parecer elocuente y atractiva que a ser receptiva al Espíritu Santo. «Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder» (1 Co 2.4).

Cuando se comporta de manera deshonesta con otros predicadores y sus ministerios. «Renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la Palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios» (2 Co 4.2).

Cuando es infiel a los votos de su matrimonio. «El obispo debe ser irreprensible» (1 Ti 3.2).

Cuando sus hijos no le respetan ni le obedecen. «Debe gobernar bien su casa, tener a sus hijos en sujeción con toda honestidad» (1 Ti 3.4).

Cuando le da más importancia a su paga que a la fiel obediencia a Dios, y al lugar donde el Señor le ha puesto. «Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Ti 6.10).

Un fiel ministerio

Creo que muchos predicadores a los que se les tiene por fracasados se verán como siervos fieles cuando alcancemos el otro lado. Sin embargo, es triste ver a tantos predicadores que ahora están doloridos porque sienten que son fracasados. También creo que en ese día cuando el Señor revelará todas las cosas escondidas, algunos que ahora se consideran predicadores de éxito, estarán avergonzados en la revelación de la verdad.

En cuanto a lo que se refiere a los predicadores, «...se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel» (1 Co 4.2).

 
Presentamos al Rvdo. John Abels y el sermón expositivo.

Presentamos al Rvdo. Gilberto Abels y su ministerio internet.

   

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