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Sermón sobre Santiago 3:13-18 ~
"Quién es sabio y entendido" ~ por John Abels con todos los
derechos reservados.
La semana pasada tuvimos un
estudio sobre los versículos 1-12. En particular estudiamos lo que
Dios nos dice tocante la lengua y llegamos a la conclusión de que
nuestro hablar revela la fe genuina, porque es con la boca que
confesamos lo que está en el corazón. Santiago dijo que el signo de un
creyente maduro en la fe es que no ofende en palabra y es capaz de
refrenar todo el cuerpo. Sí, nuestra lengua, o sea nuestro modo de
hablar revela el intento del corazón.
V. 13 LEE El hombre sabio, el creyente que tiene
conocimiento espiritual, debe mostrarlo por su modo de vivir. Su
conducta, la cual incluye su hablar, debe mostrar obras dignas de un
hijo de Dios.
En particular, el tema de este capítulo es la lengua, y este
verso sigue con ese tema. Hay lenguas santas, bajo el control del
Espíritu Santo y Santiago habla de ellas en este verso. En los
siguientes versos (14-16) nos da a entender lo que sale de una lengua
no dedicada al Señor. Veamos primero la lengua buena, la lengua
consagrada. La verdad es que una lengua buena es muchas veces una
lengua silenciosa. Yo cre que todos caemos en el error de hablar demás
o fuera de lugar. Por eso es necesario entregar este pequeño miembro a
Dios. Hay que pedirle que acepte nuestra lengua y que nos ayude a
recordar que no es nuestra. Es de El y de estos labios deben salir
palabras que sean de provecho a muchos. ¿En qué podemos usar la lengua?
La podemos usar en alabar a Dios y en la oración. El uso de nuestra
lengua debe ser un constante culto de adoración. Y, hermanos, tenemos
que aprender las bellas notas de la alabanza. ¿Y, cómo lo logramos? Es
por medio de formar hábitos. Bien sabemos que la persona que dice
maldiciones lo hace con tanta facilidad porque ya se la ha formado el
malo hábito de hacerlo. Pero nosotros, positivamente podemos formar el
hábito o costumbre de alabar a Dios, y puede llegar a ser tan natural
como el respirar. Cada rato podemos estar meditando o recitando la
escritura. Podemos estar cantando coritos e himnos al Señor. Podemos
estar orando durante el día, en casa, en el carro, o en el trabajo.
Entonces la alabanza llega a ser un buen hábito.
Luego nuestras lenguas pueden ser usadas para decir palabras
amables, ayudar y alegrar a los que nos rodean, en la casa, en el
negocio, o en nuestro círculo social. Debemos pedirle a Dios que nos
de mensajes de amor, palabras amables, bondadosas, prudentes y sabias.
¡Oh, hermanos, que gran bendición puede ser una lengua sana y limpia!
Cuando nos levantamos en la mañana, no nos olvidemos de decir alguna
palabra amable a nuestra familia - al esposo o la esposa y los hijos.
En la calle cuando nos encontramos con otros, sería bueno dejarles una
palabra cariñosa y optimista. Hermanos, ponemos aceite en las máquinas
para que funcionen bien. De la misma manera, las palabras de ánimo y
aprobación consiguen que las cosas vayan mejor. En realidad, cuando
levantamos las pequeñas cargas de otros, estamos quitando las piedras
que les pueden hacer tropezar. ¡Que seamos siempre ejemplos en nuestro
hablar!
Y no solamente debemos usar nuestra lengua para alabar a
Dios y para decir palabras amables a otros, sino que debemos usar
nuestra lengua para dar buen testimonio de Cristo y buscar la
bendición y salvación de nuestros prójimos. Debe ser una lengua que
presenta el evangelio a otros, una lengua que busca oportunidades de
dar aliento y paz al corazón quebrantado - a los que están cansados y
abatidos. Hermanos, no se necesita un púlpito o un título
universitario para hacer estas cosas. El mensaje simple de un niño o
obrero tiene un gran efecto en la vida de otros. La oración nuestra
siempre debe de ser: Oh, Señor, Toma mis labios y que siempre hablen
mensajes que proceden de Ti.
Santiago 3:14 LEE La lengua o nuestro modo de hablar, sí,
revela la fe genuina. Da testimonio de las misericordias de Dios.
Según el versículo 14 los celos y las contiendas no pueden ser frutos
de fe. Lástima que también la lengua incita estas cosas diabólicas.
Santiago nos da el contraste entre las palabras de un creyente necio y
un creyente sabio. Por supuesto, la lengua no controlada habla igual
que la de los que no conocen a Cristo, y el mundo siempre juzga al
creyente conforme sus palabras y hechos. Y, hermanos, sería difícil
creer que un cristiano genuino puede maldecir a Dios seis días de la
semana, y entonces, cantar en el coro o enseñar una clase de la
Escuela Dominical el domingo, hablando del amor de Dios. Nuestra
lengua si puede bendecir y maldecir (v. 10), pero si hace las dos
cosas, entonces provoca celos amargos y contención. Dice aquí, "No
mintáis contra la verdad." Una lengua mentirosa es la que niega al
Señor durante la semana en su forma de hablar.
V. 15 LEE Santiago nos dice claramente que los celos y las
contiendas no provienen de Dios. Esta clase de sabiduría es terrenal,
animal y diabólica. No toma en cuento a Dios en nada; toma la vida
como si Dios no existiera.
V. 16 LEE La lengua, no bajo el control del Espíritu Santo,
produce celos y contención, los cuales guían a "la perturbación y toda
obra perversa." Las escrituras nos enseñan que Dios no es el autor de
la confusión ni de la perturbación. Esto viene de Satanás y el usa a
ese miembro pequeño, la lengua, para llevar a cabo su obra nefanda. En
el capítulo cuatro veremos más en cuanto a este punto.
V. 17 habla de otra clase de sabiduría - la sabiduría que es
de lo alto y es el deseo de Dios que todo creyente se aprovecha de
ella. Santiago nos da seis características que distinguen esta clase
de sabiduría. V. 17 LEE
1. La primera de estas características es la pureza. Vemos
que la sabiduría "es primeramente pura." Esto implica que si una
persona no es pura no tendrá las otras características. Las demás
provienen de la pureza de la vida. Pero, si un creyente es puro de
corazón, y si de los más profundos rincones de su ser emana pureza de
vida, será natural para él ser pacífico, amable, benigno, lleno de
misericordia, sin incertidumbre y sin hipocresía. Y, amigo mío, porque
Dios es misericordioso, la realidad de esta clase de vida puede ser la
tuya si invites a Cristo a tu corazón para que El se convierte en
Salvador y Señor de tu vida.
2. La sabiduría de Dios es, sobre todo pura y luego pacífica.
Hay algo muy natural en este orden. La Biblia enseña que cuando
alguien recibe a Cristo como su Salvador personal es "limpio de todo
pecado" y "la paz de Dios viene a su corazón." La verdad es que esa
persona ha hecho la paz entre él y Dios. Y cuando establecemos esta
paz entre Dios y nosotros, es fácil mantener una relación pacífica con
nuestro prójimo. Vemos esta secuencia natural en Mateo 22:37-39 con
las palabras de Jesús; Al contestar la pregunta, "¿cuál es el gran
mandamiento en la ley?", Jesús no se limitó a dar un mandamiento sino
que dio dos. LEE Mateo 22:37-39
El hombre que ama verdaderamente a Dios con toda su alma y
con toda su mente, y con todo su corazón, tendrá el deseo natural de
amar a su prójimo como a si mismo. Y esto es muy cierto en cuanto al
amor y la paz. La sabiduría de lo alto es pacífica.
3. También esta sabiduría es amable. Esta palabra lleva
consigo la idea de querer caminar la segunda milla, de querer perdonar
a pesar de las circunstancias, y de ser bondadoso aun con nuestros
enemigos. En la antigua versión de la Biblia se usa la palabra modesta
o moderada. El ejemplo sin par de esto es lo que Cristo demostró en el
Calvario. En la cruz Él combinó la justicia con la misericordia. La
justicia exigía la muerte y el infierno. Romanos 6:23 "Porque la paga
del pecado es muerte." Pero a través de su sacrificio, Cristo cumplió
los requisitos de la justicia, y dio el don de la salvación, "a todos
los que creen en el." En esta manera Cristo caminó la segunda milla
para establecer la paz entre Dios y el hombre. Jesús demostró su
bondad hacia sus enemigos cuando oró, "Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen." Allí está el ejemplo sin par de la justicia unida
con la misericordia. Nosotros también debemos demostrar esto en
nuestras vidas. Debemos ser amables.
4. La benignidad es la cuarta característica de la sabiduría.
Estudiamos esta palabra en la serie del fruto del espíritu. Una
persona benigna no es terca, no es egoísta, no es inflexible. No
demanda tener la última palabra en todo; no es una persona que pisotea
a los que no están de acuerdo con el. A lo contrario esta persona
demuestra compasión, gentileza, bondad y clemencia a otros.
5. El verdadero sabio es aquel que está lleno, hasta rebosar,
de misericordia hacia los demás, y se lo manifiesta en buenos frutos.
Sabe preocuparse por los que son menos afortunados que el. Esta
misericordia se manifiesta con dar ayuda práctica, porque la vida
cristiana no es solamente una emoción - es acción.
No se trata solamente de sentir lástima, sino que se
transforma en hechos. La verdadera sabiduría se caracteriza por la
misericordia que se expresa en hechos de amor para nuestro prójimo.
6. La última característica que se ve en el verso 17 es:
"sin incertidumbre ni hipocresía," que significa no tener dudas y no
pretender ser lo que no es. Un hombre sabio, desde el punto de vista
de Dios, nunca llama la atención a sí mismo. Comprende que, igual que
cualquier otro cristiano, no es más que un pecador salvo por la gracia
de Dios, y por lo tanto, un siervo del Señor. A todo momento está
dispuesto a humillarse ante el Señor.
El problema de incertidumbre e hipocresía está en lo más
profundo del ser - ¡Está en el corazón! Solo Cristo puede sanar esta
enfermedad, y lo hace cuando nos arrepentimos del pecado y volvemos a
El con una fe sencilla como la de un niño. El v. 18 habla del "fruto
de justicia." Este fruto emana de un corazón limpio y puro. ¿Conoces
tu la paz de Dios? La Biblia dice en Apocalipsis 3:20, "He aquí, yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a el, y cenaré con el, y el conmigo."
En Mateo 11:28-30 Cristo dijo, "Venid a mi todos los que
estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón:
y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga." Ven a Cristo, mi amigo, y él te dará el descanso que
tanto anhelas.Santiago 3:13-18 |
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